como todos los días
a la misma hora; con
mis mismos ojos planeo
tu devenir
y me espanto
flor de luz piel sacrílega
mojando las puertas con
tu dermis quemas
las cerraduras
en esa hora en la
que el hombre besa
el descanso
entras
con tus siglos intactos
como un buque a la
deriva extravías
de nuevo
y al fin
el rostro tosco
de la desilusión
no hay otros días
susurras
pero sí cegueras.
S.G. le Clydette
jueves, 22 de abril de 2010
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