viernes, 30 de abril de 2010
una luna verde bien abierta
de ojos estrella con sus
agitados brazos
caballos gitanos y blancos
de tersura ladrona.
La de las mejillas de arroz
dulce discurso parsimonioso
otea, como cuidándose
de la luz suicida -que
dicen en Navarra y en
Canalejas: roba seda y labios-
No la puede mirar que
aprieta el gatillo
escóndanse azucenas
y cual arsenal brioso
caótico desprendimiento del
alma
-suena a cuchillos
allá abajo_________a sangre hervida-
las estrellas multiformes
en el andén del tiempo
descienden.
Son la magia del suicidio.
Por entre las ramas
un rostro moreno
-como el mar de mi tierra-
fláccido y pánico:
¡Ladrona, ladrona, en caótico
galope me robas!
¡Ladrona, ladrona, como en espiral,
como cortándome, a sangre hervida,
palpitas!
S.G. le Clydette
Círculos
con frenesí y vértigo
yo me atreví a mirar
a dos borrachos con orina
dentro y fuera de los pantalones
ese mareo salpicó mi
rostro y esa orina
tan sólo rozó el cemento.
S.G. le Clydette
sobre las llamas infinitas y dormidas
del horizonte, quemando violentamente
con su frente y sus labios, a manera
de beso; Oh espejismo, Oh
rostro de fuego, instante, ráfaga
luz, eterno solape en un cuerpo
tan bellamente dormido como el
viento que mece mis mejillas.
S.G. le Clydette
jueves, 29 de abril de 2010
Verdes Cátaros
martes, 27 de abril de 2010
Barbarie la tuya
lunes, 26 de abril de 2010
-densamente magnífica- un
sol grande en sus
esplendores, como un macho
que golpea mujeres y
después las besa y les
dice que es el último
momento de sus vidas
bésame querida que
esto se va esto no
viene y va como en
las películas arrumbadas
viejas y de bajo costo
de los años cincuenta;
camina. Sin embargo
a todos -o, ¿a todas?-
les pesa que este
varón despierte en
sus frases una cierta
inhibición por parte de su
piel, un adormecimiento parecido a un placer
que roza lo genital
!Quizás gracias al
empape de su amarilla
pero ah cuán gozosa dermis!
cual aves en llamas
en un vuelo majestuoso
a través de un prado quizás
verde y acuoso como una
ensenada que se enlista
a salir al alba
en ese vuelo veamos rojos
anaqueles desbordados y metálicos
que serán nuestro rostro
también habrá como
espadas sucias y perpetuas
unas piernas que serán
nuestras
abriremos el viento y
a lo lejos
veremos eléctrico un
ave que se encorva
límpida y con diáfanos ojos
paralelo a nosotros.
En el litoral
cuasi azul
-delimitado por
lumbre que olerá
a tedio-
será nuestra voz
Somos niños.
S.G. le Clydette
jueves, 22 de abril de 2010
Diálogo
el silencio del estío
casi rozaba mi busto
-mi padre, del primer
rango, afirma con veracidad
que éste es una
verdad acabada de
nacer y destinada por obligación
a no ver el crepúsculo-
corté el ramaje
anduve através
del jardín del palacio
había ya dos mujeres que
esperaban a que yo me
metiera a dormir
permanecí largo rato
bajo el silencio del estío
pues sentía cada uno
de los pétalos y de los poros
al mirar hacia arriba
súbitamente me toqué
con la luna
apenada volví a dormir.
Al amanecer ya se rumoraba
de mi preñez
aunque la culpa
la tengan las cigarras.
S.G. le Clydette
y vuelves amurallada de ti
a la misma hora; con
mis mismos ojos planeo
tu devenir
y me espanto
flor de luz piel sacrílega
mojando las puertas con
tu dermis quemas
las cerraduras
en esa hora en la
que el hombre besa
el descanso
entras
con tus siglos intactos
como un buque a la
deriva extravías
de nuevo
y al fin
el rostro tosco
de la desilusión
no hay otros días
susurras
pero sí cegueras.
S.G. le Clydette
Punto de Partida
dentro de los pinos clama
una voz el ramaje
bajo las escuetas urnas
un sol muere como
Faetón cae es una flecha
ya la flor canta con los
ojos cerrados en la cisterna
unos pies pisan dentro del lodo cósmico
no hay cabida para supersticiones
simplemente desaparecen las cosas.
S.G. le Clydette
Genoveva - Parte II : Fragmento del Himno a nuestros debacles
¡Oh Terpsícores!
Calma mi alma
Sana mi pasión
Que soy yo quien funde
Sus cañones
En tus pedestales
De carroña
Báilame
Terpsícores
Que es mi ilusión
Robarle un beso
A Genoveva
Ca
Fé
De
La
Paix
Sacrosanta
Place Vendome
Meca donde vine
A sepultar
A mi Millet
Querido
Y amado
Aquí-
Ítaca de mis siluetas
Verde claro
Y podredumbre
De esmeraldas
Incrustadas en la piedra
Que se bañan
En el Sena
Cité
Afonía de mi erección
Por abrir la ventana
Y que me grites
Con esa rabia tuya
Muda
“Hazme tuya”
Revuélcame en el suelo
Del “Boulevard de Clichy”
Enséñame a adorar la vida
Enséñame a temer
A la muerte
Enséñame a llamarme
Fitzgerald-
Para que mis piés
Desnudos
Ya no sufran
Caminando
Por tu “Boulevard Saint Michelle”
Andréj Van Webber
París 1963
miércoles, 21 de abril de 2010
Genoveva - Parte I : El arco ojival
Aquí-
Donde alguna vez fui el entierro-
Donde me llamé Marat
Explosiones de sarna y peste
Y texturas Napoleónicas
Donde mi nombre fue Dumas
Mi apellido Victor Hugo
Donde el río me atravesó
Y entre mis costillas
Se encarnó
Zola
Mis mañanas y mis noches
Con sabor a Piaf
Y el centeno, el desayuno
Bañado de bulevares
Donde la “Quai de la Corse”
Me vio llorar; estas muñecas
Y dejé en rebaja
En sus mercados
Esos años
De dieciocho infancias
Y mi nombre también fue
Hemingway-
Tzara-
Breton-
Porque me acostaba siendo Pound y despertaba
Siendo Voltaire
Y mis sorbos de Café
Sabían
A gris revolución
Aquí donde no miras
A los ojos
Por temor a ser herido
Pero miras muy adentro
Del alma laberñintica
Del candor que absorbe
El tacto
De mi nombre; que fue
Balzac
Trazos largos de colores
Azul Monet
Rojo Sisley
Verde Cezanne
Y un “Re” con aroma
A Debussy
Útero de historias
Sádicas
Y románticas
Y para niños
Y de la “Promenade Maurice Carême”
Donde decidiste
Ser mi amante
Para toda la vida
Aquí entre nuestros
Vestigios
Donde fuiste
Bella y joven
Aunque tú
No lo supieras
Y me llamaste Baudelaire
Y a nuestros hijos
Bautizamos
Con amorfia
De palomas
Cuyos cabellos
De seda
Nos tensaron
Al ideal
De no morirnos
De la mano
Caricias de tu fria piel
Con sabor a Bastille
Fragancia
Y proporciones estruendosas
Nuestro pacto
De Odéon
Baile de quimera
Sobre el aposento
De nuestros muertos
-Corazón de Montparnasse
Y nuestro himno
Al amor
En mis ojos verde claro
Ojos limpios
Ojos de David
Aquí
Entre tus acros
Y tus piernas
Y tus senos
De Montmartre
Tus caprichos climáticos
Que van chupando
Mi existir
Mejillas de alabastro
Entre tus veinte almas
Viudas
Y su coreografía
De espiral
Vicio de tus guerras
Ganadas
Y el lamento
De tus noches
Perdidas
Entre tu “Gare”
Y mi “Gare”
Pétalos de Tuileries
Hervida
Por aquellas lunas
Que me ahorcaron
Como aquí han de ahorcar
A los cobardes
Que abren los labios
De luz
Lumiere
Y vida.
Aquí ciudad bendita
Por las pupilas
Menos creyentes
Bourse
Sentier
Y rabia liada
En fuego, papel de horas
En duelo.
Rompen ilusiones
Corazón malherido
Corazón de mierda
Y mentiras
Corazón viajante
Nómada
Hermitaño
Salado corazón
Pateado corazón
Sagrado Corazón
Con vuelo eterno
De hadas verdes
Que se visten
De Lautrec.
Pero saben a Platón
Aquí entre tus praderas
Tiempos imperfectos
Que hicieron mío
Tu viaje
Fresno
Nieve fresca
Agua de los dioses
Que eyacula
Vuestros miedos
Por aquellas tierras
Del ayer
Desvísteme
Tu carne de pastizal
Se sube al metro
Y se baja la falda
Y se llama Pigalle
Y se llama Delacroix
Y nos besa en la nuca
Arrabales de sueños tibios
Que se esconde en tus muros
Muros de pájaros
Largos
Y de dulce
Aquí
En el más frío de los “aquís”
El más bello de los “allás”
Andréj Van Webber
Paris 1963
sábado, 17 de abril de 2010
Soirée Blanche
martes, 13 de abril de 2010
Amanecer (metamorfosis en partes que no concuerdan entre sí)
los ojos del monte;
Dama desnuda.
-Sirios flores que
están en mi sombra;
cierro los ojos.
-El capullo sol
duerme en la yerba;
respiro azul.
-Con la flor muerta
despierta la luna
en el ramaje.
-Entre espejos
y murallas rojas
mi verso nace.
-En aire frugal
vuelo en la milpa;
escóndete sol.
-Manos gastadas
en oleaje fértil
del impío mar.
-Aquella noche
mis labios tocaron
lo que tu voz fue.
S.G. le Clydette
encuentran
en una pureza total de
la primera vez
que esos cuerpos
cósmicos tienen contacto
el contacto fértil
del encuentro de la
mejilla que habla
esos cuerpos
_____________se resisten
se acompañan sin
tocarse
irradian explotan
se magnifican
son elegía
no desembocan flotan
en la llama final
del beso perdido
S.G. le Clydette
al fondo
-allá al fondo-
que no tardará en disiparse
aún con la mayor seducción
aún con el mayor de los gritos
sabemos -bien que lo sabemos-
que esa luz es temporal
es un secreto que olvidamos
constantemente
que nos lavamos durante
la guardia
durante las pupilas de azabache
para así nombrarnos de
nuevo -aunque nos percatemos
que nada de esto es
estreno- limpiarnos el rostro
sentarnos a esperar
a esa luz
al fondo
-allá al fondo-
S.G. le Clydette.