miércoles, 31 de marzo de 2010

Las venas

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Stéphen Gaspard le Clydette

El buen Mesías

12:40 - Salgo; enciendo un cigarrillo
13:23 - Vuelvo a ver a mi madre
13:27 - Dice adiós
14:12 - Paridad exagerada
16:30 - Pérdida violenta de coherencia
15:28 - Crítico
15:28 - Paranóico
15:28 - Cianuro
Martes - Zaratustra
16:30 - Satie
Anagrama - Paludismo
Crudo - Crudo
Abismo y raciocinio salvaje, colérico y ballet - Alabastro
Hitler - Mesías
12:40 - Salgo; enciendo un cigarrillo
12:39 - Vuelvo a nacer

Andréj Van Webber

Overtura

Trrrrrrrrrrrrrrr-

El sonido celestial de las bicicletas me llenó la cabeza de canciones.

Trrrrrrrrrrrrrrr do fa re#

Sol

Andréj Van Webber

martes, 30 de marzo de 2010

Desvariación de New York Counterpoint I

esto
esto
esto
esto
esto
esto
es
lo
que
importa
es lo que está
no es noche
no es mejilla
esto
esto
esto

imita
imita
traspasa de la
vida

Hay hojas de
narciso que
están ahora frente
a mi
sin decir
nada
no dicen abso
lutamente
de
luto
de luto


La Voz
a la vez
es tu rostro
y mi destino
tu muerte
es una vez
mi respiro

la hoja de narciso
mi vida
se termina


vienen las
voces
de dónde
para dónde

estoy desnudo
en el bosque
bajo tus pestañas

vuelven
vuelven
vuelven
vuelven

al narciso

vuelven
las voces

de dónde
para dónde

estoy desnudo
en la palma
de la existencia


mientras

amarramos
el viento
con tus
desgarrados ojos.


S.G. le Clydette

Efemérides II

una vez me dijo
mi padre que allá
en el edificio donde
de las ventanas brotan
higos y de las mesas
nacen cipreses y pequeños
gansos que predican
el amanecer del mundo

si allá uno le pide
al pequeño animal
que lo cuelgue
y de verdad uno
termina colgado
-como el terco en
la revolución-

es que has encontrado
tu vocación como
cronista


S.G. le Clydette

Efemérides I

una vez me dijo
mi padre que allá
lejos en la colina
de mármol seco y
estéril

si uno va allá e
intenta matarse
-al menos eso dijo-
y uno de verdad se
muere (así como los
indios de la televisión)

es que has encontrado
tu vocación como poeta



S.G. le Clydette
Y es que Querida
te digo que
cuando
ya no piense
que me mato
que te lo juro

todos
decimos
eso
siempre prometiendo
siempre queriéndonos
matar
por la romántica
idea de cortarnos
las uñas





que me arranco
el alma



que el viento me
va a oir


promesas que
se prometen despertar

promesas de que
me mato en el aire

todos decimos
eso



S.G. le Clydette

La bandera carmesí

Las paredes fueron vivas
el testigo discreto
de lo que llamamos
"Lo nuestro"

Piel desnuda
vestida de saliva
que encontró su arte
en el aroma
de los péndulos lozanos
de nuestros niños
que aún no se han muerto.

Se siente hoy vivo
el encadenamiento
de los tantos venenos
nuestros
que parecen no matarnos

Ni queremos

Si saber de dioses
fuera nuestra profesión

¿Cuántas bocas
en la casa nuestra
habrían ya
desvanecido?

Por que el agua
que ayer fue pintura
en tu barbilla parda
se incrustó
como la especia
en nuestros cuellos enmohecidos

Que sivieron bien
de lienzos
de abstractismo
en este lecho
invencido
y sucio

Como ya antes mecidos
nuestros años
en nuestra buena comida
en nuestra buena mesa
en nuestras buenas casas
hundidas en el mar

Cuando sólo
"Lo nuestro"
es lo nuestro
y saben más
a paraíso
sus comidas.

En ronda muerta

Andréj Van Webber
Valbonne 1983

Volví

lunes, 29 de marzo de 2010

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Stéphen Gaspard le Clydette

esta noche

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Stéphen Gaspard le Clydette

Te lloré Mañana

Anoche

Las palabras se comieron entre ellas
y el estribo se volvió nuestro murmuro

Vedas infinitas que me llevan
con el alma hecha saliva
hacia tus cabellos
-Vi blanquear-

Se estrujan mis ojos
y tú; hecha rocío
acariciándome el miedo

Anoche vi dormir

Como el higo
tu beso
muérdago
carne salvaguardada;
y te me escapas
como si fuera a ser tu cama
un campo eterno de batalla

si será
será

Sientan las nubes cabeza
es el viento que llamó
dos veces
y preferimos no atender

Porque el viento trae
consigo
el poder de desenamorar

Viuda de vida vista
entrégate a las golondrinas
que se visten con mis brazos
que yo llamo mis manos

Anoche

vi dibujar un bosque
árboles y hojas muertas
sólo el verde de tus ojos
vivo, entre los rojos
grises
efímeros

Pecado
-el pecado

Y no es pecado pecar en confidencia

Si entre tus uñas
escondida
se aparece la dicha
de verme muerto
entre tus pechos

Pero si anoche

Quieres ser orquidea
no hay obstáculo
humano o divino
que consiga desgarrar
tu recuerdo
de los míos.

Si destruyes tu presente
te aplaudo
pero libre te mueves
siempre hacia el futuro

y si anoche

no decides existir para mi piel

dejarás al mundo muerto
sin cipreces
sin petunias
y a la madre mar
veremos
devorarte

ahogados mis tímpanos
en ti.

Para siempre-

Pero sólo anoche

Andréj Van Webber
Niza-1963

Colecciones I

-Sudo, como, lloro y me revuelco tan sólo por saber que la llaman "Democracia"-

- y Dios dijo...-

-Por que llegar solo a París es el comienzo inexplicable de lo eterno y lo inexplicable-

-No hace falta ser un genio para notar lo rápido que pasa el tiempo cuando observas a un poeta pretender escribir en un café-

-Son iguales. Todos son la copa con el vino de lo poco original-

-El tiempo suele pasear sin prisa en la Costa Azul-

- Yes Mr. New York; I would very much like to have a cup with you right after you step off my people-

-El dinero, el poder, nos hacen creer que somos inmortales; después llega el amor a recortarnos con tijeras y pegarnos macarrones-

-No logro bien comprender el vicio del cigarrillo
¿Quién en su sano juicio gastaría una fortuna en algo sólo para después prenderle fuego?
Sí; soy un demente-

-Mi trastorno de letargo me acechó.
Hice el amor con el insomnio; le declaré la guerra al sopor-

-El sol mezclado con la lluvia; polvo de hadas
Que convierte la piel en terso lienzo
Son sus labios el papel de mi próxima novela-

-Nada más bíblico que miel sobre hojuelas;
termina todo, al final, siendo pura mierda-

-París: Un apartamento que se tiñe de ideales-

-Buscando entre tabernas la respuesta encuentras sólo cuentas impagables-

-Por segunda vez en mi vida
Amé sin hablar; hablando sólo con amor-

-Cuando llueve, el bosque parece querer salir a bailar-

Andréj Van Webber

domingo, 28 de marzo de 2010

yo no soy la poesía

no es mía
no me pertenece
somos aparte

no estamos geográficamente
enamorados

no las digas
no la menciones

no pronuncies
de ella
lo que soy

no tenemos
parentezco

ni es mi tía
ni es mi prima

yo maté
a mi padre
cuando yo
no había nacido

pero si te pusieras
a pensar
qué es ella de
mi

no es nada

es una molestia
un candor apagado



pero no la menciones


ni la digas




es una piedra esteril
dentro de mi dentadura

es el sonido de las
olas en una grabadora

no es
ella
mía


por eso mejor
cambiar de tema



Por qué
porque es una
apuesta



no me la confrontes



no me la presentes



Qué es sino
la semilla de
mis dedos de
cigarro

no me pagues
no lo valgo

ni ella a mi
porque no me importa

que se mate
que se le
mueran sus
parientes y
sus súbditos



no es ella de mi

yo soy el mujer
ella la petrificación
del ojo


la desenmascaras
y la muy marica
dice:

soy
lodo
en tus
ojos


la muy bastarda dice:

desemboco
en
la duna
de tu pecho


no la menciones
no la grites

aunque se me clave
un día
(lejano ese día)
en mi desértico rostro
y ande muchos
días
besando esfinges


no corras
por mi

ni me
salves

deja que me trague
que me coma como
al peor banquete



no somos
nada
-al fin y al cabo-
para nadie



Stéphen Gaspard le Clydette

miércoles, 24 de marzo de 2010

Lavanda

Sí; soy suicida.

Por que arriesgo la vida en cada verso
filoso y punzocortante
desaguado

Porque tiento a la muerte
con el vicio de la prosa
vicio del exceso
vicio de burdel

Vivo y sobrevivo

Mariposas sin alas
que se arrojan
desnudas
al vacío
sólo con el afán
de sentir el viento juguetear
con su aliento
Mis manos

Batallas mortales
por encontrar verdad
y gloria
pistilos
como fores de verano
en el invierno más cruel
el más maldito
Mis ojos

Trágicos lamentos
eterno letargo
sopor
angustia
se acurrucan bajo mi hombro
y yo las pruebo
con ansias las devoro

Trago grandes trozos de mentira
de cemento
por sentir
que entre dos estaciones de trén
se halla la vida
Me ahogo, vomito
Sonrío

Lánguido suspiro
letanía de masoquismo
que me corta la dermis
y los huesos
y el frío de verso; la rima

Cerceno mi esperanza
luz de día
útero cavernoso que me vio
nacer
La muerte

Y al final sólo reposo
mis penas
-Mi fortuna-
en esos sueños
taciturnos
pasajeros
y en mi paño la sonriza
Mi cabeza.

Sí, soy suicida.

¡Que me mate la poesía!

Andréj Van Webber

Cannes 1963 (El día que comprendí el absurdo encanto del glamour)

S.G. Le Clydette : Dedico

martes, 23 de marzo de 2010

Óleo I

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Stéphen Gaspard le Clydette

Óleo II

fuimos cuesta abajo
yo no veía nada
sólo tu cabello húmedo
y tus ojos que empapaban
los árboles de luz

volteaste

te vi en
tre el aura
del amanecer

tus ojos
entre mis manos

fue el
primer momento que viví

yo no veía nada

el sol seguía
bajando por tus
palabras

y yo no dije nada
el sol lo hacía por mi
yo no veía nada
sólo tu cabello ghúmedo
y tus ojos que empapaban
mi piel de luz


Stéphen Gaspard le Clydette

lunes, 22 de marzo de 2010

Ojos de luna y bálsamo en un mundo desolado que sabía a nuestro destino ya incrustado entre los más sucios rincones de nuestro generoso padre cielo

El día que llegué a San Sebastián creí haber huído de mi pasado; no me importaba la tierra, ni el calor, ni las moscas. San Sebastián era el paraíso, Avelaine me esperaba en la estación y en mis bolsillos no había más que unas cuantas monedas y una pistola. Mi sueño se convertía en realidad, pues aunque aún no era poeta, aún no tenía un hijo perdido en París y aún no me mataba la gonorrea, era felíz y había matado a alguien.

Si miramos diez días atrás, mi vida era una mezcla entre rutina, mujeres viejas y obesas, café de máquina y pornografía.

Poco atractivo, pero era mi vida y no conocía nada más.

Trabajaba de Lunes a Sábado en una imprenta de tercera categoría, ocho horas al día, las ocho peores horas diarias de mi vida; terminaba hinchado y asqueado del olor a tinta y papel, y justo al cruzar la puerta de salida, el olor a tinta desaparecía y un grueso y penetrante olor a cloaca inundaba mi cabeza, hasta que tomaba el autobús, que se adornaba elegantemente con un aroma a sudor de obrero mal pagado.

Afortunadamente sólo lo tomaba durante diez minutos; bajaba en la estación "Alicante" y entraba a "La quinta"; la única cantina de la zona que no cobraba a sus clientes un sobreprecio excesivo por darle un pellizquito en el culo a las camareras.

Además la cerveza no era cara y los miércoles había futbol. Era mi lugar preferido en el mundo y aquellos muertos vivientes que arruinaban sus vidas junto a mí eran "Mi familia"; yo los llamaba "Muchachos" y ellos simplemente no me llamaban, pero me hacían sentir un poco menos miserable.

Mi habitación era una vieja buhardilla en un tercer piso; la casera no me soportaba y yo, procuraba a toda costa no topármela de frente para evitar las miradas incómodas, los insultos entre dientes, la renta y las discusiones acerca de mis fuertes ronquidos de los cuales el negro homosexual del cuarto contiguo se había ya quejado.

Por ahorrar tiempo podría sólo haber dicho que mi vida era una mierda, pero siempre me ha gustado exprimir en detalle mis desgracias por si algún hipócrita decidiese hacerme ver, falsamente, que no la pasaba tan mal como otros.

A Avelaine la conocí en la lavandería pública.

Llevaba un vestido azul cortito y escotado, los labios rojos, el cabello rubio oxigenado y una borrachera casi incomprensible. Era vulgar, pero bella, y finalmente no podía darme el lujo de negarme cuando me propuso una follada rápida a cambio de unos cuantos billetes chicos.

Lo hicimos ahí mismo, y en resumen fue malo, poco interesante y desapasionado, pero me gustó.

Aquella noche terminamos los dos borrachos y olvidados en un bar de Lavapiés, insultándonos y conversando sobre los extraños monos suicidas, su extraño fetiche con el dolor, mi extraño fetiche con los piés, sus abortos, Ginsberg, el hombre en la luna y los conservadores en la carne de congelador.

La llevé a su casa, la jodí una última vez (Gratis en esta ocasión), lloró y me fui. Le juré que volvería aunque no planeaba hacerlo.

Durante dos días me ausenté de la imprenta, y seguro perdería mi empleo, pero no sentía ánimos de dejar mi cama; me levantaba sólo para mear, coger un pan o una cerveza y volvía.

Esa puta moraba mi cabeza, sus ojos me miraban en sueños y decidí volver a su casa (Aunque en realidad la decisión cobró vida por sí misma cuando se me terminaron los cigarrillos), buscarla, golpearla un poco quizás y después amarla, pero por desgracia para ella, no la encontré.

El problema era que no conocía su verdadero nombre, ni me importaba conocerlo, pero debía encontrarla pronto o mi propia cordura me llevaría al suicidio. Me senté y esperé.

-Quítate esa chaqueta, te hace ver obeso

Volví mi mirada a la puerta y Avelaine me sonrío.

Entramos y me sirvió una copa, se sentó frente a mí y se soltó el cabello.

-Llévame a otro lugar, a donde sea, lejos, muy lejos de aquí o lárgate de mi vida.

Me lo dijo con una voz tan profunda y seria que juré que me estaba jodiendo.

-Jódete- le dije
-Jódeme, mejor- respondió.

Lo siguiente es evidente, y mientras fumábamos ahí, en su cama, sucia y grasosa me pidió de nuevo que la sacara de aquella ciudad. Esta vez acepté. El sexo había sido demasiado bueno en esa ocasión y humor me traicionó.

Dormimos

Avelaine me platicaba cosas todo el día; tenía el hocico más velóz y potente que yo hubiera conocido, pero trataba de no escucharla demasiado, responderle con un dulce "No me jodas" y servirle un trago, pues descubrí que ebria era más silenciosa y dócil.

En mi interior me sentía tranquilo, pero el dinero se acababa y conseguir un nuevo empleo no estaba dentro de mis planes.

-San Sebastián- Dijo

No le respondí, me importó poco aquello, pero en un par de segundos repitió:

-San Sebastián; de niña pasé un verano en San Sebastián; el mejor verano de mi vida. Llévame a San Sebastián.

-Es un pueblo de mierda, no vamos a San Sebastian.

Avelaine me escupió y luego soltó a reír. La golpée discretamente en la cara, con toda la fuerza de mi mano y se paralizó unos segundos; se arrojó sobre mí y me lamió como un perro; follamos como jamás habíamos follado.

Los próximos días no salimos de su apartamento. Comíamos un poco, hablábamos mucho y ella se cortaba la epidermis con cuchillos de cocina.

En realidad no hacíamos mucho, pero cada minuto nuestras miradas y nuestros besos e insultos eran más reales, y en instantes parecíamos niños idiotas, enamorados, pero niños idiotas con barba, estrías y un aliento alcohólico surrealista y perpetuo.

-Tu mejor día
-No hay mejores Avelaine
-Pero debe haber uno que te haya hecho felíz
-No; desde el día en que nací todo ha sido mierda
-¿Y yo? ¿Soy mierda?
-La peor de todas
-Maricón
-Puta

-Pero me amas

Me congelé; No supe entrometerme en mí mismo, sentí al diablo acariciar mis piernas y el miedo me invadió. Me paré en ese momento y me dirigí a la cocina, pero justo en medio del pasillo me detuve, como en un "Cul-de-Sac" pútrido e inevitable; volví al cuardo mientras ella se miraba los senos en el espejo.

-No Avelaine; no te amo
-Pruébalo
-Eso es ridículo, no existe manera de demostrar el "No" amor
-Júralo por tu vida
-No tendría importancia
-Por la mía
-Menos, recuerda que no te amo
-Entonces por la vida de alguien más
-Que se muera tu vecino si te amo.
-Pero aún así me llevarás a San Sebastián ¿Cierto?
-No
-Anda
-Bueno, lo haré.

Los ojos de Avelaine se convirtieron en estrellas fugaces, pero intentó a toda costa ocultar su emoción.

Ella era fuerte, pero no lo suficiente como para no estar felíz en ese momento.

No dijo nada, se paró y se dirigió a la cocina; ella sí llegó. Se sirvió whisky y me sirvió a mí un grán tazón de cereal la muy puta.

Esa noche entre el silencio y el insomnio me volví hacia ella, la miré fijamente y abrió los ojos de manera repentina.

-Deja de mirarme; no puedo dormir si lo haces
-Avelaine
-Dime

-Era Abril. Mi padre y yo caminábamos por un parque, solos, y el viento soplaba suave. Me compró un helado y luego me cargo...

Yo tenía seis años... o siete. Y encontramos un pájaro con el ala jodida. No podía volar. Lo recogimos y lo llevamos a casa, para intentar cuidarlo y curarlo, pero el pájaro murió en el camino.

-¿Por qué me cuentas esto?
-Porque ese día fui felíz
-Pero el puto pájaro se murió
-Pero mi padre estuvo ahí

-Avelaine
-Dime
-Eres una puta insensible
-Pero me amas
-Joder...

A la mañana siguiente desperté y Avelaine ya no estaba.

Estube solo todo el día y cerca de las seis decidí salir a tomar algo... ver gente. Quizás al volver ella estaría ahí.

Pasé a "La quinta" sólo para recordar viejos tiempos y no pagué. Miraba a todos a mi alrrededor con un aire de superioridad estúpida; una arrogancia inevitable. Volví al apartamento unas cuantas horas más tarde, pero Avelaine no estaba aún.

Recorrí el apartamento de arriba a abajo, hasta que encontré, sobre la cama, una nota que decía:

"San Sebastian. Pasado mañana, en la estacion. olvide mi pistola en el armario, no la olvides. salte del aparamento antes de maana para que te evites discusiones con mi casero.

Por favor no me abandones.

Besos

Avelaine

P.D. Si me amas. "

Quedé anonadado, confundido y el alcohol no ayudaba. empaqué tonterías en una valija mediana y recordé que no tenía dinero.

Cavilé y fumé un cigarrillo. Cogí la pistola y me dirigí a la puerta de su vecino.

Tenía entendido que el hombre era un viejo puerco con diabetes que pasaba el tiempo limpiando su casa, soltando insulto a los alegres niños escandalosos que jugaban en la calle y llamando a su hija. Los Sábados llevaba putas a su apartamento y los Domingos iva a misa.

Toqué la puerta y cuando abrió le disparé.

Tomé mis cosas y las de ella sólo para deshacerme de ellas pues las tiré justo en la banqueta. Volví donde el vecino y le cogí algunos billetes. Me largué.

Llegué dos días después al pueblo de mierda, trás perderme en el alcohol durante cuarenta y ocho horas, felíz, esperando ver a Avelaine y muriéndome de hambre.

Al llegar a la estación la busqué como un maniaco y no la encontré. La rabia y la desesperación trepaban hasta mi mandíbula y me desgarraban las entrañas.

Prontó la vi entrar y mi cólera se suicidó. La miré fijo a los ojos, la tomé de la barbilla y le susurré.

-No me vuelvas a mentir

Incluso hoy me cuestiono por qué le dije eso... sin embargo no dijo nada.

Me abrazó y me besó y me tomó de la mano. Traía una pequeña caja de donde sacó una jaula con un pajarito bastante feo.

-No era como éste- Le dije
-Púdrete
-Pero gracias

Nos tomó cerca de una hora encontrar un cuarto dónde pasar la noche. Tuvo que follarse a un hombre para conseguirlo pues nuestros bolsillos nos traicionaban.

Una vez adentro se sentó en el sillón y comenzó a llorar; jamás sabré si fue felicidad... tristeza o sólo un impulso, pero me acerqué y la puse de pié violentamente.

-Avelaine; tu vecino está muerto

Soltó una carcajada y me besó.

-Mi nombre es Pauline, mucho gusto
-Demian, Mucho gusto
-No tienes cara de Demian; los Demianes son guapos.

-Puta
-Pero me amas

-Sí Pauline; tu vecino está muerto

Andréj Van Webber

No dijo nada

Nuestro Jueves

Nunca sabe bien el trago
que cae desde los cielos
a mi boca

Es más ácido quizás
que el resto de las mentiras
que se saben bellas
y elegantes
cuando llueve junto al río.

Tus ojos me enseñaron
que los jueves son jauría
que atacan
que destruyen
y que se viven de madrugada
cuando está ya todo cerrado.

Ese último trago
que es gula

Porque en sí
no era oportuno
el primer sorbo
del primero

Lastre, luz y viento-
Viento de cuatrocientas letras
que en su voz reposa el vuelo
que lo mece como a un hijo mece la madre
en el capullo de sus brazos;
refugio entre sus senos

Mientras yo sentí expirar
mis ilusiones
Junto al viento ya dormido
y tú
latiendo sobre el suelo
que escribió nuestro soneto

Soneto amargo
del último trago.

Andréj Van Webber
Avignon 1966

domingo, 21 de marzo de 2010

Mi realismo

La vida me llevó
a ti, la vida
y entre tus perlas naqueradas
crispadas
busqué ser yo
eterno.

Por que tu nombre
me sabe a hielo
y no conoces
ni mi suerte;
que en arenas
y volcanes
se vuelve como hierba.
Nata

Si te veo vestir espuma
juego con mi aliento

Tu aliento

Como sólo puedo yo

Al filo de las palabras
que han sido mis prostitutas
no te juro nada

Por que fuimos individuos

Y hoy somos
en fin
carroña

Pero envueltos
en diamantes
de los que valen millones

Aunque el buitre sólo quiera

Atragantarse
la carroña

Andréj Van Webber

sábado, 20 de marzo de 2010

NYC

Nueva York está fría
de las alas a las calles
con los zapatos
mojados
esperando
(mojada)

Nueva york no sabe lo que hace porque
nada sabe
de lo
que se
debe
saber en bachillerato

Nueva York es una
bastarda frustrada
porque
no hace
lo
que
quiere

Nueva York

ra
me

Nueva York se paró un
día enfrente de sí
misma y
gritó:
"Sacrilegio
purista
0.004 dlls"

Nueva York
Pa

a
me

Nueva York es una
secreción
(animal
ave)
en las
puertas
de la
esperanza

Nueva York disfruta
la penetración
de la
mierda
en el
metro
de
periódico

Nueva York
No
soy
Allen

Nueva York quiere
drogarse
inyectarse
lamerse
en sus
alcantarillas

Nueva York es la
Diosa de la
sangre hervida
para
cenar
banqueta


Nueva York es
una sonrisa
de
tercer
tipo

Nueva York
mi
al
ma

Nueva York siente mucha
pena
por
sus
latinos
muertos
(llenos de sangre
de caño)

Nueva York se rasca
la cabeza
y
mata
mi
amor

Nueva York (juro que sí)
es
una
vagina
muy
grande
que
aprendió
a ser
niña
bonita
y bien
vestida

Nueva York
mis
hue
sos

Nueva York
es lesbiana
pero se
aguanta
las
ganas


Nueva York me
habla al oído
como
quien
vomita
en el
lodo


Nueva York
cállame



Stéphen Gaspard le Clydette
NYC

domingo, 14 de marzo de 2010

A los niños

Si comprendiese
en lo más mínimo
El color de las lilas
que nos rodean cuando lloramos

El curso natural
de las lágrimas
que reposan en el suelo
de las estaciones de trén

El origen único
de las coincidencias
o sus extrañas maneras

El significado
de las promesas francesas

A mis amigos

El suave aliento del fracaso
y sus soldados

La esperanza de que crezca
en mi cabeza
un bosque de sonrisas

El ruido que abre vuelo
desde nuestros sueños

A los niños
a los viejos

A la tristeza
en sus ropas de gala

Mi nariz
nuestras miradas

Al gobierno y la extrema derecha

A los karatekas
El Quijote
El invierno en pleno Marzo
y el Abril exasperante

El extraño deseo gitano
del cirquero

A T.S. Eliot
el teléfono y el acento

Nuestros miedos
y tu miedo
y nuestro miedo
y su miedo
y mi miedo

A los gansos
París
a las olas

O el color de las lilas que nos rodean cuando lloramos

Dejaría de ser humano.

Andréj Van Webber

Sanremo, 1965

miércoles, 3 de marzo de 2010

Caravana tuya y mía

Que lindos son los días
que no acaban en lisonjas.

Como migajas de perdón
en fronteras invisibles.
Sádicas y lentas
que se lanzan
al acecho
y los peldaños cada vez más estrechos
Se tropiezan entre ellos

Porque el día es bello.

Sopla el viento y el descanzo
¡Estruendo insoportable de los labios del silencio!

Y de vez en cuando se nos antoja arrancar de nuestros rostros
nuestros ojos.

Ciegos

Por que el día pinta bien; Es día bueno.

Entonces nuestras uñas son de regalíz.
Y en los cuatro puntos cardinales
(No)
Hay un sol que disfrutar.

Aquí todos nos juntamos
a llorar
cuando se acaba un día como éste.

Por que no son tan frecuentes.
Como tú.

Lloramos y nos inventamos penas
tragedias
y parientes muertos

Para que nos regalen un abrazo
todos los otros farsantes.

Aunque en serio sí nos duela
que se acabe nuestro día.

Que fue día bueno

Por que hoy no hubo guerras
Por que hoy no me mentiste
Por que hoy no pensé en ti.

¡Estruendo insoportable de tus labios!

Pero el día terminó y ya no se escucha el silencio.

Sólo tus labios, día bueno, tan frecuentes.

Como tú.

Andréj Van Webber
Mentón 1963

martes, 2 de marzo de 2010

Oda a Andréj van Webber

En el anaquel del mundo
escapaste una vez con el
sombrero recto y las
palabras que no fallan

¡Pechos, corran, ojos
que los coge el viento verde!
¡Miradlo por dónde viene!

Fue tu sollozo del árbol
Fue el estremecimiento del fuego
Puedo recordar
de perlas tus ojos
como lámparas fatales

puedo recordarte bajo la lluvia del árbol
hacer ver dos cestos de higo

Eres materia y cardumen
nadas en la vegetación maldita,
opio singular, desecho de plata

Río joven, de blancas
pisadas, lloraste entre hilos de oro

"Encended el pozo con mis noches"
dijiste
y rotaste el planeta

Fue la luna verde
la que te quiere vierde
la que te dio, noche entornada,
las palabras.

Esas que clavas como esquirlas de luna
en la llama
(la llama verde)

Célula y despertar
asco y vida
entierro de manos
lectura de piernas

¡Caed, pechos, caed, ojos,
que los besa la verdad!




S.G. le Clydette. Paris 1969