es de ciénagas
enfilada entre los verdes
pétreos
que pretenden más bien
ser grises endulzados.
En otros años recibía
con ofrendas decorosas
al estío que escupía
lilas y agua en maravilla
En aquellos tiempos
de obituarios
fuimos héroes
y las nubes se besaban
dejando caer sus salivas
aquellas salivas tortuosas
sobre nuestros áridos recuerdos
arenosos y cuarteados
cuarteados y calientes
calientes y aberrantes
esperantes y viajeros
llenándolos de bellos labios
enflorados en botón
Las montañas de roca al óleo
de alcatráz se empapaban
siempre en regocijo
años vivos de plantaciones
esos años animosos
habituados al perdón
Pero hoy llegó la carta
del estío, que nos presta
sus visitas.
Pero hay piedra
roca y piedra
y no se asoman alcatrazes
poorque ya no son los tiempos
benditos y agitados
que en nuestra infancia
conocieron con agrado
el nombre mío
Ya no se puede postrar
uno en sus aguas
-El río
por que el agua ya se hastió
de nuestros bailes
-siempre los mismos
y ese frío adicto y tierno
del rocío matutino
tomo el vuelo bajo el claror
de la luna vagabunda
Justo entre nuestros mesones
nuestros jardines de hojas muertas
y nuestro sol eterno e infernal
reposa aquello qeu no vimos
cuando quizo despedirse
sin siquiera darnos tiempo
de rogarle un cuenco de agua
Pero asómate, que tus ojos
se empapan ahora del camino
aquel camino de infinitas
y arenosas proporciones
Todo aquello que lo cubre
y lo descubre
y lo devela
es nuestra tierra, tierra nuestra
que soñamos
que soñamos y queremos
que queremos y adoramos
y que con nuestras garras
que anhelaban arboledas
protegemos; sí protegemos
Nuestra tierra y nuestras rocas
cuna silente de vuitres
donde no se ven las aguas
ni aunque se escombre-
a la espera de nuestra consumación
Y si nuestros cuerpos deformados
se quisieran morir de hambre
o de sed; o de carencia
en nuestra fiesta pedregosa
de bullicio discreto
-Pues están ya muy bien cavadas
nuestras tumbas en la tierra nuestra
donde no habrá ni gusanos
que antojen nuestro devoro
Pero es nuestra y la soñamos
y en sus pieles nos quedamos
porque fue por nuestras huellas
que perdió su encanto arbolado
Por que el amor, la fe y la esperanza
que se encadenó a nuestras arenas
nos aferra a los jardines
de sequía decembrina
Por que aquí nacimos todos
y aquí nos hemos de morir
En esta tierra que soñamos
tierra muerta
compañera del sol
Andréj Van Webber
Thomas S. Eliot: Dedico
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