lunes, 10 de mayo de 2010

Pueblo

Pueblo de palabras enlutadas que fingen.
En su amanecer, el viento abraza
la silueta polvosa de la plaza
donde los ojos del perro se extinguen

apenados de tanto luto. Es vacío
el tiempo, y con él: el rostro rojo
vuelto en el espejo eterno pero flojo
muerde su silencio mientras el estío

de ojos negros destruye este pueblo
con su mística y estridente voz.
Ojos de lodo, de barro donde amueblo

mis olvidos. Y con mi sed fugaz pueblo
esta barrosa realidad de algo atroz
algo que quedó atrás: mi ardiente Pueblo.



S.G. le Clydette

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