lunes, 10 de mayo de 2010

Pernocte

El ojo, mascado y ancestral,
como abismo eterno
sueño de sueños, admira
lo que, de un chispazo
se advierte, como el
mirar a través de un
prisma, el copular sin fin
antes de un amanecer
tardío.

El ojo, muerto y ancestral,
copula para renacer
como el Dios que
cae para dar el fuego
dar unas manos
enlutadas y místicas
que, entre la sabia
noche, entre las
cadenas del frenesí,
nos salvarán.



S.G. le Clydette

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