ella lo pidió
la toqué y la acaricié
porque las tablas
que vestían la mesa
se veían vacías
Le quité toda prenda
me llené de barro del abril
le sequé un par de lágrimas crispadas
y no la llevé ni al cielo
ni recubrimos nada
de estos dos cuerpos
razos
con tibios mantos
pero había un poco de café
y entre los ladrillos
un espectáculo líquido
Nos cortamos
y cada atar de manos
y cada esfinge
erán más raras
Quería arrojarle ese día
mis pisadas
quería meterle a la boca
el frenesí de la abundancia
pero mejor nos dijimos epitáfios
y perdimos la cordura
mientras del monte
bajaban a gatas
las guerras perdidas
de la historia
de nuestra no tan gran
nación
No era de día ni de noche
pero otra hora
y la catarsis era densa
Sólo te diré eso
ni secretos
ni el cómo
ni el porqué
Basta ver su cuerpo inerte
y malogrado
para entender que sí lo siento
pero que aún
bajo esta bóveda celeste
(tan humana y pálida)
no me arrepiento
de mis manos justo ahí
Rafael Torres
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