vi tudo isso e vi muitas outras cosas
Haroldo de Campos
Conocí a Samuel
que entres sus gritos
manejaba la noche
Conocí a Juan
yo lo vi comiendo
angustias entre un
ruido de periódicos
Conocí a Laura en
1955 en Milán y ella
misma me dijo maneras
místicas de pedir la
hora
al desprendernos comimos
en una cafetería barata
un sol de medio siglo
y una edición antigua
muda de Santa Teresa
Conocí a Julián que
había perdido su
ropa y su reloj
le bañaban las
palabras disímiles
él quería ser
Santo y volverse
aburrido
esta manera rapaz
de continuidad
estas primeras
planas
En barrio antiguo
yo vi a Krysztan
que criticaba un
partido desaparecido
pudo haber sido
cualquier año
y yo imagen
luctuosa
arrancado estas
palabras de sus
manos.
Hubo una vez
Evelyn que
caminaba pausado
y recitado
en Saint-Germain
como si fuera
princesa sin comer
esa vez yo la
vi morir a ella
y a 3 gatos.
Vi a un Ezra
prometido por la
virgen cantando
cantares en latín
el Ezra Vulgata
de Pier Angelo
y catedrales
un economista perdido
Y un tal Carlos
me dejó en la contestadora
decía que habíamos
olvidado regar
las flores de su
jardín
Para ese entonces
yo ya no vivía
en la ciudad de
méxico y no entendía
de versos ni capítulos
Todos eran niños
y la ruleta jugaba con ellos
y los mareaba
y los ángeles
y los santos
Conocí a Michel
que me ensayaba
las traducciones de
Bacon que nunca
concebí
y quinientas páginas
que quemó ante
mis ojos de la
Inundación Castálida
Y un Octavio y
un Julio y un
Jorge que olvidé
hace tiempo
que su remota
aparición en mi vida
había marcado
si no la retrasada
aparición de mi
barba.
Y eran niños
que la víbora
del mar perseguía
todos perdidos
y sacros.
Le dediké versos
a Omar y al Cardenal
Ernesto
versos tan cortos que
pronto vendieron
Mis conversaciones
duraban lo que
duraban mis mujeres
Y también Virginia
que tanto amé
me acostaba con ella
y le fumaba encima
hasta el día en que
me hizo prometer
que nunca
la había visto.
Que siempre arremetía
y le prendía fuego a mis deudas
que siempre soltaba
a los animales
que compraba.
Y como vi morir
a todos
tantos que mi lengua
se empalaga
tantos que el barrio
se funde
tantos que Hilda
no me volvió a hablar
Yo me cambiaba
de casa y de nombres
de hecho
tuve muchos
muchos
muchos
nombres de niños.
(como una herencia
que ellos traspapelaron
también morí y ellos
no me vieron)
S.G.
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