a todos nos gustaría
decir:
hubo rosas en tus
ojos como amaneceres (simultáneos)
del mundo y tus
dientes de luna
y azúcar se tragaron
mi amor.
Pero con decir:
me vine en tu
cara y,
plácidamente,
sonreíste;
Basta.
S.G. le Clydette
miércoles, 25 de agosto de 2010
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