hasta el recinto donde yace inerte
nuestra propia inercia.
Búsqueda de brío celeste
Lenta percepción de un buen futuro.
Todos anhelando ver una mano sobre otra
fusión fotosintética
de nuestros labios.
Para recibír a cambio
un estruendo
antagónico
alegórico
de nuestro bien común.
Sólo cenizas.
Cenizas
Nada nunca fue más cierto que la vida misma
que vivimos muertos.
Fue todo siempre una trampa
que servía para restregarnos
en la cara
lo animales que somos.
Trampa pútrida
Trampa de retazos de viento
Cuando el cuerpo muera
entonces no habrá más verdad
habra sólo realidad
que cuelga toda desventura
de nuestros ojos.
Sobre los de ellas.
Cuando el alma muera
habrá en el cielo
un grán festín.
Cuando muera nuestra infancia
habrá en el agua una familia
que se mece por el mundo
en busca de comida; su dulce comida
Y estaremos abriendo la boca.
Comunión
En afán de recibir el paraíso
y de nuevo habrá cenizas.
Mierda en cada boca.
Sin descanzo vimos muertos
nuestros sueños
Ladramos; aullamos.
Y escribimos un soneto
a nuestras madres
falso voto de silencio
que salpica el auxilio
y si lo exprimes te regala
el infinito
para que le hagas el amor
sólo por una noche.
Para después tragar cenizas.
Y desde luego recordar
que las estrellas una vez fueron sirenas
y su canto fue la voz que dio vida
a nuestras noches.
Noches eternas
Noches lúgubres
De ronda
De no dormir.
De cenizas al final
Y de mierda en cada boca.
Sólo por querer beber de su saliva
tocar sus vientres
y esperar que las manecillas
hagan fiesta entre los ángeles.
Para darnos al final mierda
En cada boca
Cenizas en el funeral.
Andréj Van Webber
Niza-1963
A nuestras noches de fiesta: Dedico
No hay comentarios:
Publicar un comentario