Entre los árboles las ramas celebran su deceso y las hojas se sienten molestas.
Los trenes se ven forzados a cambiar de dirección y es así como todos los hombres viajan hacia el norte.
Las estrellas desnudan su brillo en señal de luto y los peregrinos hacen ayuno, y su tributo es el suicidio y el vino.
Las fuentes por doquier en el mundo juegan a ser las reinas y los polos se convierten en pistas de baile, alocado, e imbécil.
Los amantes se golpean, se lastiman; se flagelan, por que no saben hacer otra cosa.
Y el gorrión va respirando cada vez más lento.
Las noches son más largas y los pecados vuelven a ser bienvenidos; se les invita una copa.
En fin... el mundo se convierte en un grán circo; una orgía mundana; una fiesta que no busca terminar; no parece terminar.
Los relojes se detienen.
Y el pequeño gorrión tiene un nombre diferente.
Curioso.
Hoy su nombre será:
Burguesía.
Andréj Van Webber
Grasse; 1963
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