no fueron
sino
suplicios
engendrados
como los hijos de Lamia
en mis pesares
Y el supuesto
palpiteo fático
entre tus pechos
de artificio
marcó la pauta
de los años
más bellos
de mí
Rafael Torres
Horacio.- Hay veces en la vida, pocas quizás, que Dios parece haber postrado toda la ignominia en vos. Ay de ti, Adonis Charro. Tenés que cargar con la carga -y quizás con más. Quizás mañana no hay mañana, hay lánguidas avenidas del terror- Enrique.- ¿Y éso? Horacio.- Hay veces... Enrique.- (Lo interrumpe con veracidad) Hay un flaco en la esquina que... Horacio.-(Con voz de odontopediatra)... que necesito que me compren de comer. ¡Mierda! No he tragado en tres días.
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