miércoles, 4 de noviembre de 2009

Si me llegas a querer...

Y mientras tanto el dulce péndulo del tango mece todas las lunas pasadas. Ya es de noche y la visita de los nuestros sirve un vaso de agua triste por si el pupilo de las horas siente ganas de sorber nuestros tan sucios anhelos; trago a traguito va volviendose más nuestro y menos fuerte y cierto día entre las luces de un burdel salta a la vista y nos recuerda que el vaivén de nuestros días no es más que el abrazo prestado y la caricia robada. Sigue todo siendo nuestro, pero un fétido cristal nos dice "Búrlate, mi hermano, al fin y al cabo ya estás muerto"...

Sí, escuché con atención; al fin y al cabo ya estoy muerto.

Andréj Van Webber, Praga, 1963

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